martes, 9 de octubre de 2007

Declaración de principios

Mercenaria, obrera de las palabras y las notas por encargo, llenando caracteres, paginas o líneas agata. Eslabón débil de la escabrosa cadena del periodismo utilitario. Igual infiltrada en el mundo gastronomico, que en el frívolo espectro de las cremas anticelulitis. Así trascurren las letras y desfilan mis palabras: hoy ocupada del trastorno bipolar y mañana tratando de bajar a tierra el discurso delirante un artista plástico. Robándole segundos al sueño para garabatear una canción de cuna a mi hija en medio de la noche o sintiendo que le resto espacio-tiempo mental a mi trabajo asalariado al teclear estas líneas. Pero por salud mental y vocacional necesito hacerlo, aunque sea un breve ejercicio sináptico, un escape creador que me permita conectar obligación y goce. Así me nació la idea de El lado B de las cosas, porque necesito creer que estas neuronas pueden rescatar algo más de los encuentros con temas y personas, que los 3000 caracteres que exigirá el editor en turno.
Veamos que sale de todo esto.